Ejpaña 2013

EJPAÑA 2013

Definitivamente nos hemos vuelto locos. Hasta hace nada eso de la Bolsa no le importaba más que a cuatro individuos a los que les sobraba el dinero o a ludópatas a gran escala. Nadie sabía qué era la prima de riesgo ni se oía hablar de los mercados, el déficit público era algo que siempre había estado ahí pero nunca tuvo demasiada importancia, no conocíamos el significado de las siglas FMI y casi creíamos que el Banco de España era uno que tenía una sucursal en cada una de las ciudades. El ministro de economía era un tipo de esos que se reúnen con el presidente del gobierno todos los viernes y votábamos alternativamente a gobiernos de derecha e izquierda mientras esperábamos que llegase alguien con dos dedos de frente que juntase lo bueno de unos y otros olvidándose de los radicalismos.

Cuando creíamos eso no estábamos locos, lo estamos ahora. Terminado el annus horribilis de 2012 y habiendo sobrevivido al enésimo fin del mundo, un evento que al parecer no debía suponer la aniquilación de la vida en este planeta sino el surgimiento de un ser humano nuevo que vaya usted a saber cómo sería. Estamos locos porque miramos el periódico y en vez de las páginas de deportes leemos las de economía, miramos con el rabillo del ojo a las subidas de la prima de riesgo, ese interés que el Estado paga por la deuda y que para este 2013 van a suponerle más gasto que todos los Ministerios juntos, temblamos como varas verdes cada vez que vemos a Montoro con su cara de draculín o al de Guindos que más que un ministro parece el enterrador de una película del oeste, estamos hartos de oír hablar de rescates, del FMI, del BCE, de Ángela Merkel y de lo bien que le ha ido a Francia desde que el Szarkozy ese se dedica a atender a Carla Bruni y se deja de políticas de ahorro y recortes. En 2012 llegamos a debatir si volver a pagar en pesetas, seguimos acojonados porque no sabemos si alguna vez ese dinero virtual que tenemos ahorrado se plasmará en billetes y culpamos a todo bicho viviente: A los gobernantes por no haber previsto la crisis con antelación, a los bancos por prestar dinero a quien no podía devolvérselo, a quien se gastó lo que no tenía por su irresponsabilidad, y al final nos quedamos tan panchos pensando en lo desdichados que somos por vivir en un mundo en el que estamos rodeados de inùtiles. Ellos inútiles y nosotros locos, madre mía qué camino llevamos.